A principios de septiembre Google lanza (después de muchos rumores) casi
por sorpresa (como suele hacer con todo) su nuevo navegador, conocido
como Chrome. Una semana después, Internet se inunda de comentarios sobre
todos los aspectos de esta nueva aplicación y en particular sobre su
seguridad. Muchos comentarios, exploits, actualizaciones y aclaraciones
después, nos enteramos de que el gobierno alemán ha desaconsejado
explícitamente el uso de este navegador. ¿Por qué?
Se lanza un nuevo navegador, concebido para la Internet de hoy. No es un
programa cualquiera. Genera gran expectación y curiosidad porque es
Google, y todo lo que hace parece hacerlo bien, elegante, sencillo,
robusto y bajo esa filosofía “don't be evil” con la que proyectan una
imagen de cercanía y respeto por el usuario. Si hay que sacrificar la
privacidad, el usuario medio parece sentirse más a gusto si los
servidores son de Google y no de otras compañías. Al fin y al cabo,
somos mayoría los que le confiamos a su buscador todas nuestras
inquietudes varias veces al día.
Además de la sencillez y otras muchas mejoras, de forma breve, las
principales avances técnicos sobre seguridad son:
* Cada pestaña se ejecuta en su propio proceso. Si alguna se cuelga, no
(debería) arrastra(r) a todo el navegador.
* Se ejecuta en una sandbox, de forma que en principio no se podría
acceder al sistema de ficheros real del ordenador a menos que sea
explícitamente ordenado. No está claro qué ocurre con los plugins en
este sentido.
* El modo Incognito (algo que también incorpora Internet Explorer 8 como
InPrivate) en el que el usuario puede navegar sin dejar rastro en su
sistema (básicamente histórico y cookies). Sin embargo sí que se envían
las cookies ya almacenadas si las hubiese por defecto.
En cuanto estuvo disponible para descarga, aparecieron las primeras
vulnerabilidades (y se descubrirán más... lo más grave vendrá cuando de
alguna forma se averigüe cómo saltarse esa sandbox). En principio
denegaciones de servicio básicamente. Una denegación de servicio no es
una vulnerabilidad grave en un navegador. Sí se puede considerar un
fallo de diseño en este caso concreto, puesto que hacer que el navegador
deje de responder por completo en principio contradice la filosofía de
crear cada pestaña en su propio proceso independiente. Por ejemplo,
existen literalmente decenas de formas de hacer que Internet Explorer
deje de responder. Firefox sufrió lo suyo (y aún hoy en día) con los
torpedos de Zalewski, que hacían que el navegador dejase de responder
una y otra vez incluso después de varias actualizaciones intentado
solucionar el problema.
"Es una beta, es normal" se puede argumentar, pero esto depende mucho de
los gustos, y de comulgar con la filosofía de negocio de Google. Hay
quien no es tan condescendiente con fallos en otros navegadores recién
salidos del horno. Google parece abusar de la etiqueta "beta",
manteniéndola más que cualquier otro fabricante en servicios y programas
de uso masivo pero eso nunca ha significado que descuide el producto.
Hay quien por muchos intereses parece retirarla demasiado pronto. Es su
decisión, depende de qué se exija para considerarlo "maduro". Todo
software seguirá teniendo errores y vulnerabilidades en cada ciclo de
producción, independientemente de que se etiquete en un estado u otro.
¿Está listo realmente el navegador? ¿Ser "beta" es una excusa? No hay
respuestas válidas.
La vulnerabilidad "real" vino después. Chrome está basado en Webkit, el
motor de Safari. Esta sí era un problema por dos razones. Primero por
estar heredada de un fallo ya conocido, admitido y corregido en junio
por Apple en Safari. Segundo por lo que permitía: la descarga de
archivos en el escritorio de forma automática (sin preguntar al usuario)
al visitar una web especialmente manipulada. Un atacante podría
descargar muchos archivos automáticamente en el escritorio hasta
"bombardearlo" (carpet bomging). ¿Por qué heredar un fallo ya corregido?
Se descubrieron otras de cierta gravedad. Rishi Narang publicó una
prueba de concepto pública que permitía una denegación de servicio, pero
se intuía la ejecución de código.
Todo se confirma cuando el día 8 se actualiza el navegador y se desvela
que soluciona al menos dos vulnerabilidades que permitían la ejecución
de código. Una a través de nombres largos en el cuadro de diálogo
"Guardar como" y otra relacionada con el manejo de enlaces en la barra
de estado. Sobre el "carpet bombing", se modifica el escritorio como
destino por defecto de archivos descargados. Se dejan sin parchear un
buen número de problemas que atacan directamente a la estabilidad del
programa.
En cuanto a problemas de privacidad, también se ha discutido bastante.
Desde un problema en el diseño de página 404 (en la que sugiere
búsquedas) que permitiría pasar por GET quizás sesiones o contraseñas a
los servidores de Google, hasta el hecho de que, en su política de
privacidad, se hablara claramente de enviar a Google información
tecleada por el usuario. El buscador siempre ha sido el gran recolector
de información en Internet, y nunca lo ha ocultado. En este aspecto
precisamente radica su poder. Gmail ya se curtió en cuestión de
polémicas, cuando pretendieron analizar el contenido de los correos para
ofrecer publicidad más ajustada al perfil del que lo escribía. Google
Toolbar era una extensión para IE sobre la que ya se polemizó en su
momento. Existe Google Calendar, Google Docs, Google Desktop Google
Adsense, las cookies de Google, su lector de RSS, etc... todos son
verdaderos almacenes de hábitos, gustos y datos personales o perfiles
únicos alojados en los servidores de Google. No nos deberíamos
escandalizar ahora por Chrome.
Pero hay quien no opina así. La Oficina Federal para la Seguridad de la
Información alemana advirtió el día 9 que resultaba arriesgado que los
datos de un usuario resultaran acaparados por un único fabricante y
desaconsejó abiertamente el uso del navegador Chrome en un importante
informativo televisado.
Chrome es mucho más que una navegador, y se ajustará perfectamente a
(los antiguos y a) los nuevos servicios que muy posiblemente lance
Google, con lo que ganará cuota en tanto en cuanto existan personas que
quieran disfrutar de todo lo que les ofrece la compañía sin pensar en
que sus datos están alojados en un sistema ajeno. Google pretende llevar
el escritorio cada vez más hacia la web y alejarlo del disco duro local,
y Chrome será la herramienta adecuada para conseguirlo. Quizás vivamos
una guerra de navegadores mucho más entretenida que la de finales de los
90, en la que Microsoft aplastó con malas artes a Netscape en apenas
unos meses.
Opina sobre esta noticia:
http://www.hispasec.com/unaaldia/3614/comentar
por sorpresa (como suele hacer con todo) su nuevo navegador, conocido
como Chrome. Una semana después, Internet se inunda de comentarios sobre
todos los aspectos de esta nueva aplicación y en particular sobre su
seguridad. Muchos comentarios, exploits, actualizaciones y aclaraciones
después, nos enteramos de que el gobierno alemán ha desaconsejado
explícitamente el uso de este navegador. ¿Por qué?
Se lanza un nuevo navegador, concebido para la Internet de hoy. No es un
programa cualquiera. Genera gran expectación y curiosidad porque es
Google, y todo lo que hace parece hacerlo bien, elegante, sencillo,
robusto y bajo esa filosofía “don't be evil” con la que proyectan una
imagen de cercanía y respeto por el usuario. Si hay que sacrificar la
privacidad, el usuario medio parece sentirse más a gusto si los
servidores son de Google y no de otras compañías. Al fin y al cabo,
somos mayoría los que le confiamos a su buscador todas nuestras
inquietudes varias veces al día.
Además de la sencillez y otras muchas mejoras, de forma breve, las
principales avances técnicos sobre seguridad son:
* Cada pestaña se ejecuta en su propio proceso. Si alguna se cuelga, no
(debería) arrastra(r) a todo el navegador.
* Se ejecuta en una sandbox, de forma que en principio no se podría
acceder al sistema de ficheros real del ordenador a menos que sea
explícitamente ordenado. No está claro qué ocurre con los plugins en
este sentido.
* El modo Incognito (algo que también incorpora Internet Explorer 8 como
InPrivate) en el que el usuario puede navegar sin dejar rastro en su
sistema (básicamente histórico y cookies). Sin embargo sí que se envían
las cookies ya almacenadas si las hubiese por defecto.
En cuanto estuvo disponible para descarga, aparecieron las primeras
vulnerabilidades (y se descubrirán más... lo más grave vendrá cuando de
alguna forma se averigüe cómo saltarse esa sandbox). En principio
denegaciones de servicio básicamente. Una denegación de servicio no es
una vulnerabilidad grave en un navegador. Sí se puede considerar un
fallo de diseño en este caso concreto, puesto que hacer que el navegador
deje de responder por completo en principio contradice la filosofía de
crear cada pestaña en su propio proceso independiente. Por ejemplo,
existen literalmente decenas de formas de hacer que Internet Explorer
deje de responder. Firefox sufrió lo suyo (y aún hoy en día) con los
torpedos de Zalewski, que hacían que el navegador dejase de responder
una y otra vez incluso después de varias actualizaciones intentado
solucionar el problema.
"Es una beta, es normal" se puede argumentar, pero esto depende mucho de
los gustos, y de comulgar con la filosofía de negocio de Google. Hay
quien no es tan condescendiente con fallos en otros navegadores recién
salidos del horno. Google parece abusar de la etiqueta "beta",
manteniéndola más que cualquier otro fabricante en servicios y programas
de uso masivo pero eso nunca ha significado que descuide el producto.
Hay quien por muchos intereses parece retirarla demasiado pronto. Es su
decisión, depende de qué se exija para considerarlo "maduro". Todo
software seguirá teniendo errores y vulnerabilidades en cada ciclo de
producción, independientemente de que se etiquete en un estado u otro.
¿Está listo realmente el navegador? ¿Ser "beta" es una excusa? No hay
respuestas válidas.
La vulnerabilidad "real" vino después. Chrome está basado en Webkit, el
motor de Safari. Esta sí era un problema por dos razones. Primero por
estar heredada de un fallo ya conocido, admitido y corregido en junio
por Apple en Safari. Segundo por lo que permitía: la descarga de
archivos en el escritorio de forma automática (sin preguntar al usuario)
al visitar una web especialmente manipulada. Un atacante podría
descargar muchos archivos automáticamente en el escritorio hasta
"bombardearlo" (carpet bomging). ¿Por qué heredar un fallo ya corregido?
Se descubrieron otras de cierta gravedad. Rishi Narang publicó una
prueba de concepto pública que permitía una denegación de servicio, pero
se intuía la ejecución de código.
Todo se confirma cuando el día 8 se actualiza el navegador y se desvela
que soluciona al menos dos vulnerabilidades que permitían la ejecución
de código. Una a través de nombres largos en el cuadro de diálogo
"Guardar como" y otra relacionada con el manejo de enlaces en la barra
de estado. Sobre el "carpet bombing", se modifica el escritorio como
destino por defecto de archivos descargados. Se dejan sin parchear un
buen número de problemas que atacan directamente a la estabilidad del
programa.
En cuanto a problemas de privacidad, también se ha discutido bastante.
Desde un problema en el diseño de página 404 (en la que sugiere
búsquedas) que permitiría pasar por GET quizás sesiones o contraseñas a
los servidores de Google, hasta el hecho de que, en su política de
privacidad, se hablara claramente de enviar a Google información
tecleada por el usuario. El buscador siempre ha sido el gran recolector
de información en Internet, y nunca lo ha ocultado. En este aspecto
precisamente radica su poder. Gmail ya se curtió en cuestión de
polémicas, cuando pretendieron analizar el contenido de los correos para
ofrecer publicidad más ajustada al perfil del que lo escribía. Google
Toolbar era una extensión para IE sobre la que ya se polemizó en su
momento. Existe Google Calendar, Google Docs, Google Desktop Google
Adsense, las cookies de Google, su lector de RSS, etc... todos son
verdaderos almacenes de hábitos, gustos y datos personales o perfiles
únicos alojados en los servidores de Google. No nos deberíamos
escandalizar ahora por Chrome.
Pero hay quien no opina así. La Oficina Federal para la Seguridad de la
Información alemana advirtió el día 9 que resultaba arriesgado que los
datos de un usuario resultaran acaparados por un único fabricante y
desaconsejó abiertamente el uso del navegador Chrome en un importante
informativo televisado.
Chrome es mucho más que una navegador, y se ajustará perfectamente a
(los antiguos y a) los nuevos servicios que muy posiblemente lance
Google, con lo que ganará cuota en tanto en cuanto existan personas que
quieran disfrutar de todo lo que les ofrece la compañía sin pensar en
que sus datos están alojados en un sistema ajeno. Google pretende llevar
el escritorio cada vez más hacia la web y alejarlo del disco duro local,
y Chrome será la herramienta adecuada para conseguirlo. Quizás vivamos
una guerra de navegadores mucho más entretenida que la de finales de los
90, en la que Microsoft aplastó con malas artes a Netscape en apenas
unos meses.
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